Enfermedades de la Piel: Piodermas
La piel es el órgano más extenso del organismo, juega un papel fundamental en la defensa contra las agresiones del medio y en la regulación de la temperatura y de la presión sanguínea. Participa en algunos procesos de defensa del organismo y en el metabolismo de algunas vitaminas.
Aunque la piel es parte de los mecanismos de defensa del organismo puede también sufrir enfermedades. Bacterias, virus, hongos o parásitos causan enfermedades que pueden complicarse y ser muy difíciles de solucionar y muy dolorosas y molestas para el animal.
Entre las enfermedades de la piel más comunes se encuentran las causadas por bacterias. Estas infecciones de piel se llaman Piodermas. Muchas bacterias viven normalmente en la piel y si por algún motivo crecen sin control provocan lesiones que van desde el enrojecimiento hasta lesiones más importantes que pueden ser agravadas por el mismo animal al rascarse.
Las piodermas son mucho más frecuentes en el perro que en el gato. El principal agente bacteriano implicado en la infección dérmica es Staphylococcus, aunque también pueden entrar en el proceso otras bacterias. Las infecciones bacterianas de la piel pueden afectar a una sola zona o bien extenderse a un área mucho más grande pudiendo presentar una gravedad variable. El Staphylococcus es un tipo de organismo que reside de forma normal en la piel, normalmente es necesaria alguna agresión cutánea inicial para que esta bacteria provoque un problema.
Las causas que pueden provocar este tipo de infecciones son variables. Puede ser un traumatismo, maceración de la piel por exposición al agua, un problema hormonal, alergia, parásitos, problemas inmunes, defectos anatómicos, etc. Si la piel se ve alterada por alguna de estas circunstancias que causan picazón e inflamación, o por ciertas enfermedades hormonales, las bacterias aprovechan la ocasión y producen enfermedad. Los factores predisponentes causan desajustes en la piel y la preparan para la llegada de las bacterias.
La pioderma tiene asociadas una gran variedad de presentaciones clínicas. Se clasifican en diversos tipos según la causa que las produce y la profundidad de la piel que afectan. Entre las manifestaciones que aparecen se encuentran la presencia de zonas lesionadas, sin pelo, enrojecidas, húmedas, que producen picor al animal y son dolorosas. En los casos más complicados se pueden encontrar pústulas que pueden sangrar o tener secreción purulenta.
El diagnóstico se hace en base al examen físico. Puede ser necesario recurrir a la realización de pruebas complementarias, como análisis de sangre, citologías, biopsias, pruebas hormonales, etc.
El tratamiento general recomendado para este tipo de problemas se basa en la administración de antibióticos. Aunque resulte obvio es muy importante usar el antibiótico correcto y durante el tiempo suficiente. Los tratamientos para este tipo de procesos son muy prolongados y deben mantenerse hasta una o dos semanas después de que el veterinario considera que el proceso está curado clínicamente. El veterinario además verá si el proceso requiere el uso de productos tópicos. Los antibióticos sistémicos sólo serán una parte de la terapia, ya que para una adecuada resolución de estos procesos se deberán siempre eliminar o controlar los factores predisponentes y causantes.
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